miércoles, 14 de mayo de 2008

PARA GUY DEBORD


DE PAPA 1957

Para Guy Debord


Cuando Breton era Breton, o sea, el jefe de fila del surrealismo --seguramente el movimiento artístico mas interesante del siglo XX- un agudo crítico literario le advirtió: "Tenga cuidado Andre Breton, no acabe Ud. también en un manual de literatura".

Al surrealismo le han acaecido más suertes pero esa, triste, también le ocurrió. Guy Debord, uno de los promotores del situacionismo se ha librado, por lo visto, de lo peor: cuando hace unos meses decidió voluntariamente abandonar la vida, la apisonadora de los medios de comunicación le ignoró y seguramente no pudo tener mayor fortuna el autor de La sociedad del espectáculo que ésta de no ser reconocido y digerido por el espectáculo mismo. Las enciclopedias y manuales de uso común le ignoran y a saber si es que no se les habrá escapado -por ello mismo- la chispa espléndida y mágica que el situacionismo quiso introducir en la vida cotidiana; perdonen la palabra: la revolución.

Tiempos veloces estos que nos han tocado vivir. El situacionismo, que tuvo en Debord uno de sus principales fundadores aunque no el único, nació en 1957 y como tal movimiento se disolvió en 1970; otras ramas crecieron entonces, por ejemplo la Internacional nexialista pero como movimiento su historia se circunscribe a ese periodo.

Venidos de la izquierda clásica pero con una crítica radical al marxismo autoritario en sus derivaciones stalinianas, leninistas o maoistas su repudio de la autoridad y su desconfianza y negación de cualquier jerarquía organizativa, hacían recordar a los anarquismos. Me viene a la cabeza un aserto de Vaneigem: "Si la revolución española no hubiese sido asesinada por el fascismo, hubiese acabado aplastada por las botas de los comisarios del pueblo".

Quisieron ser una contestación radical a la sociedad, radical y total; Debord usó la noción de mercancía para mostrar la cosificación a que el sistema reduce todo. Recordaba al joven Marx cuando escribía que la única necesidad que genera la sociedad es la de dinero. El dinero que es, por eso mismo, la única guía posible en el reinado de la mercancía, de la cosa, de lo intercambiable. Todo nos lo venden porque todo se puede vender y solo existe lo que entra en el circuito infernal de la compra-venta. Los escritos situacionistas sobre el don y el intercambio siempre me recordaron al gesto de los surrealistas que, encantados, salían a regalar flores a los transeúntes. Solo un gesto? puede que no tan poco.

El surrealismo quiso poner, como se sabe, la poesía al servicio de la revolución; el proyecto situacionista invertía los términos: se trataba de poner la revolución al servicio de la poesía. Y todo comenzó en la década de los sesenta y por el lenguaje: "El poder vive del encubrimiento. No crea nada, solo recupera. Si creara el sentido de las palabras ya no habría poesía, solo subsistiría la información útil. Y qué es la poesía, sino el movimiento revolucionario del lenguaje, inseparable en tanto que tal de los momentos revolucionarios de la historia y de la historia de la vida personal?".

Porque la cuestión era esa: la vida y la vida personal. Se trataba de vivir, de crear situaciones y no de ser vivido, de adormecerse y cambiar la vida por su representación, la realidad por su imagen, de evitar la sociedad del espectáculo.

Así se llama el libro fundamental del movimiento que escribió Debord en 1967; después vino Mayo del 68. Una muestra, si fuera necesaria, de la irrealidad y del ocultamiento con que los poderes establecidos han organizado la sociedad es que la "efemérides" del 68 narrada por los media en el 88 apenas habló del situacionismo.

El porvenir de aquella revuelta ilustra bien el de cualquier suceso en la sociedad espectacular: solo lo que el sistema quiere existe y solo existe lo que al sistema le conviene; lo que mantiene al individuo como espectador pasivo y consumidor dócil. Porque el espectador: "cuanto mas contempla, menos vive; cuanto mas acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia existencia y su propio deseo".

Había que reinventar la revolución, mas cerca de Rimbaud y de Fourier que de Marx. Debord, veinte años después (1988) escribió otro libro Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, el tono es ya muy distinto. Ya no hay proyecto de transformación de la totalidad: "Ninguna fuerza organizada puede ser enemiga de lo que existe. Se ha acabado con aquella inquietante concepción, que dominó durante 200 años, según la cual una sociedad podía ser criticable y transformada, reformada o revolucionada".

La sociedad del espectáculo, aun mas fortalecida, no quiere ser amada, prefiere ser temida. Asesinatos anónimos: Moro, Palme.... La Mafia como modelo de las empresas comerciales avanzadas. Y los políticos? nuestro Maquiavelo actual, nuestro príncipe es -segun Debord- Noriega. El general panameño trabajador para la CIA, narcotraficante, falsificador.

Estos tiempos nuestros son para el último Debord los del secreto: "La imbecilidad cree que todo está claro cuando la televisión muestra una imagen bella y la comenta con una mentira. La semiélite se contenta con saber que casi todo es oscuro, ambivalente, montado en función de códigos desconocidos. Una élite mas restringida querría saber lo verdadero... aunque esa voluntad suya está por regla general abocada al fracaso."

A merced por completo de poderes que escapan al control del individuo, incluso a su conocimiento, la sociedad moderna está sujeta a la alianza entre el poder de la economía y del estado. La destrucción de la tierra parece imparable porque la economía política está por encima de la salud, por encima de la vida. Al final, todo es cuestión de costes. La información se oculta, se tergiversa. Se trata mas que de informar, de confundir: "Para evaluar la radioactividad se puede disponer de las unidades de medida siguientes: el curio, becquerel, el roetgen, el rad, el rem, sin olvidar el sencillo milirad y el sivert que no es mas que una unidad de cien rems. Esta serie recuerda las subdivisiones de la moneda inglesa, cuya complejidad resultaba muy difícil para los extranjeros..."

Puede que el situacionismo como organización terminase en 1970 pero siempre que un individuo se sienta hastiado de la sociedad en que vive y busque bajo los adoquines del espectáculo, de la pseudoinformación, de la productividad a ultranza,la playa de la vida, el situacionismo habrá vuelto con él.

3 comentarios:

Mao dijo...

Interesante Guy Debord, no lo conocia.
y a ti papa gracias por hacerme cada dia menos imbecil.
Saludosss

Anónimo dijo...

Ers muy amable Mao. No podías haber elegido una imagen mejor para el texto que la que has puesto: la edición original del texto más importante de Debord.
Solo puedo decir que el texto lo escribí a finales de 1994 , pocos meses despues de la muerte de Debord y que ahora me resulta un poco estirado en el estilo...enfin, que no tiene remedio y hay que dejarlo asi pero que seguramente ahora lo escribiría de otro modo.
Gracias Mao:
jose ignacio

Henri dijo...

Buenísimo resumen

Debord se va haciendo cada día más fundamental.

A todo esto, a quién pertenece la cita sobre la poesía como "movimiento revolucionario del lenguaje"?

saludos,

Carlos Henrickson