La razón cotidiana -el sentido común elevado a categoría, si lo prefieren- parece que siempre ha de generar su propia sombra. A estas alturas de siglo no nos libramos de esas sombras de razón común, ni tal vez podamos hacerlo. Nuestra obligación, sin embargo, es que allí donde la luz y el sentido común nos puedan iluminar, nos alumbren.
Nada de luz hay en el oscuro asunto de "las drogas" cuando conviven en el estercolero de su tráfico prohibido la feliz y risueña marihuana, el sacramental LSD y de lleno y sin mas explicaciones, la cocaína, la heroína y las llamadas drogas de diseño.
Es cosa sabida que los derivados del cannabis no son mas perjudiciales que el tabaco incluso hay serios motivos para pensar que lo son menos, entre otras cosas porque no es indispensable fumarlos; respecto al LSD es pariente próxima de la psilocibina, el peyote y diversos tipos de hongos, productos sacramentales usados desde siempre y que no tienen nada que ver con los opiáceos, los barbitúricos, las anfetaminas, el alcohol o el tabaco.
Deprime un poco asistir a esta ceremonia de la confusión patrocinada por los Estados Unidos donde, al parecer, con la "ley seca" no aprendieron la lección de que prohibir algo es la mejor manera de alimentar el mercado negro, adulterar el producto y enriquecer mafias.
Pero no quiero hablar hoy del espinoso problema de la despenalización de las drogas; todo esto que les cuento viene provocado por el reciente fallecimiento de Jerry García, líder y guitarrista del mítico grupo de San Francisco Grateful Dead. Como son época de revivals no les voy a atosigar con los lugares comunes que los media han mareado: el 68, las flores, el LSD... solo les diré que los Dead -fundamentalmente Jerry Garcia en la música y Robert Hunter de letrista- escribieron algunas canciones maravillosas y editaron álbumes conmovedores: Anten of the sun , Aoxomosoa , American beauty , In the dark ... así, sin pensarlo demasiado. Y unos espacialísimos "directos" (Live), compañeros de los "viajes" de los pioneros del LSD de California: Ken Kesey y antes el eminente T. Leary que perdió su puesto y su dignidad de profesor en Harvard, presa de una persecución y acoso indignantes....y de buena parte de una generación. Grateful Dead es un grupo de referencia; representa, -para mi gusto- ese reencantamiento del mundo, esa nobleza mágica que también se podía escuchar, por ejemplo, en la extraordinaria Incredible String Band -ahora, Robin Williamson y Mike Heron - o en ese loco genial, Daevid Allen y toda la familia y la aventura de Gong. Entre nosotros, Smash, un milagro musical acaecido en Sevilla en 1969. Mucha gente que tomó LSD "viajó" con la música de los Dead pero su música es independiente del "ácido" así como los "viajes" son independientes de la música.
Me parece penoso que el LSD haya sido hundido y envilecido con las drogas de diseño, la cocaína y la heroína. Nadie debería tomar LSD comprado en la calle, como recomendaba A. Watts y sin un guía pero nadie parece interesado en sacar las sustancias sacramentales del espantoso tráfico ilegal en que se encuentran.
El LSD ha tenido y puede tener interés en psiquiatría (Lilly ha escrito sobre esto y entre nosotros J. M. Fericgla) y si estas sustancias no tienen lugar en nuestro mundo, apagada o reducida a la cárcel la contestación general del 68, es porque el sistema no lo necesita y porque la espiritualidad occidental está absorbida y normalizada por las iglesias que desde siempre han ejercido un severo control sobre la experiencia de sus fieles. No es extraño que ya hace años, Hoffman, Wasson y Ruck lanzasen la hipótesis, aun no superada, de que en el santuario de Eleusis- el centro de la experiencia sacramental del mundo griego- se consumía centeno. Y como se sabe es a partir del cornezuelo del centeno de donde en los laboratorios Sandoz el mismo A. Hoffman sintetizó la dietilamida del ácido lisérgico.
Los "viajes" del LSD no van -es obvio- a ninguna parte, no salen de uno mismo. Como Watts ha dejado escrito en su Cosmología gozosa, el adentro es el afuera y viceversa. Tiene que ver con la experiencia de la muerte y renacimiento del si mismo descubriendo que todo es uno o uno es Dios. Experiencias difíciles de poner en palabras aunque Huxley, Watts, Cooper y otros lo han intentado. Para no hablar de la obra de Carlos Castaneda, verdadera gesta espiritual como reconocía Octavio Paz que prologó la edición castellana de su primer volumen en 1974. Ni ortodoxia ni ciencia: experiencia espiritual propia y guiada. Otros mundos que están en este. En este "mundo" nuestro, sin embargo, este tipo de "viajes" son una locura. Pero conviene no olvidar al sabio, complejo y ambiguo Platon en el Fedro cuando nos recuerda que nuestras mayores bendiciones nos vienen a través de la locura; siempre, matiza, que la locura provenga del dios.
2 comentarios:
Como se ve, este texto lo escribí en septiembre de 1995...un mes despues de la muerte de Garcia. Y para un periódico. Asi que tenia que haber corregido el tono y algunas expresiones...
Gracias Mao por colgarlo y, como siempre, la imagen le va fenomenal.
jose ignacio
GRACIAS, con mayusculas a ti.
Solo decirte que para mi manera de pensar el texto no necesita ninguna correccion,el refinamiento a veces le quita la fuerza al pensamiento.
Sobre lo escrito, queria comentarte que las "drogas" abren una parte de la mente, esa a la que llamamos imaginacion y que en pequeñas dosis nos pueden hacer maestros pero que en dosis continuas nos hacen dementes.
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