martes, 8 de enero de 2008

LAS CARTAS DEL BIBLIOTECARIO DE ALEJANDRIA

POR PAPA 1957

Jose ignacio eguizabal ademas de profesor, filósofo, erudito en todo lo concerniente a "the incredible string band", y queridisimo amigo, es ante todo un ensayista y escritor profesional, y no solo eso, ademas es un excelente escritor profesional. Ha colaborado en revistas como INSULA o CLAVES DE RAZON PRACTICA. Ademas ha publicado, entre otros libros, "la huida de Perséfone", un extraordinario estudio sobre Maria Zambrano que fue premio de ensayo de la Asociación de Escritores y Poetas Iberoamericana de New Cork.

Bajarse las cartas


Preámbulo

Amable lector: El encuentro fortuito de un pastor del Alto Nilo con unas tinajas enterradas en una cueva anunciaba a mitad del siglo pasado el descubrimiento de la Biblioteca de Nag Hamadi.

Los estudiosos del orfismo celebraron, pocos años más tarde, el azar feliz que impidió la incineración completa del papiro de Derveni entre los restos de la pira de un iniciado.

Estos documentos que te presento -a todas luces, tres cartas- fueron hallados milagrosamente intactos entre los restos calcinados de otra pira de lo que seguramente fuese otro iniciado. Formaba parte, tras el análisis de las cenizas, de un numeroso grupo de papiros y libros, estos sí, definitivamente perdidos.

Se hallaron recientemente entre lo que parecen restos de una antigua y escondida (¿secreta?) necrópolis a 30 km de Alejandría. Las excavaciones están aun en sus inicios. La datación según los especialistas no deja lugar a dudas: pertenecen al siglo VI de nuestra era. Además, afortunadamente, las cartas están fechadas.

El ominoso acontecimiento al que la última carta se refiere: la clausura de las escuelas de filosofía de Atenas, se produjo en el año 529. Justiniano fue emperador desde el 527 al 565. Justino I, su tío y antecesor en el cetro de Bizancio ejerció su cargo entre los años 518 y 527.




Atenas, en el primer día del mes Elafebolion. El año séptimo del reinado de Justino

Diodoro a Zenón, salud:

Zenón, nuestro amigo Hermógenes va a morir. Ciertamente, todos vamos a morir pero si el Destino prosigue su camino en la medida en que podemos preverlo, Hermógenes se reunirá pronto con la mayoría.

Él mismo me lo anunció ayer cuando lo encontré camino de los baños. En realidad no era necesario que lo hubiera hecho. Todo anunciaba el destino fatal: su faz demacrada y amarillenta, su cuerpo muy flaco y su vientre hinchado. Sorprendido por encontrarlo en la calle en esas circunstancias me dijo que había salido –con dificultades- para despedirse de la ciudad.

La verdad es que yo lo vi a él porque me llamó la atención una litera ostentosamente adornada con cruces de color violeta. También sus esclavos llevaban una cruz en la ropa. Se alegró de verme y yo también de verlo a él.

Este grave proceso se desencadenó, al parecer, no hace más de un mes. Sus amigos cristianos no cesan de visitarlo desde entonces y su dinero –que sabes que no es poco- ya lo ha entregado a su iglesia.

Mis relaciones con él, como tú ya conoces, se deterioraron mucho desde su conversión al cristianismo hace ya cerca de 10 años y su salida voluntaria de la escuela del divino Isidoro. Recordarás las clases de Isidoro entonces: un repaso minucioso a esa obcecación bárbara y un breve lamento por la salida de Hermógenes.

De nada sirvió que el maestro le recordara que a las clases del gran Plotino acudían a veces también cristianos. Hermógenes huyó siguiendo al parecer órdenes estrictas de su obispo.

Me comentó al encuentro con su mirada, que tiene fe en que Jesucristo le va a salvar. Nos abrazamos y yo no le he dicho nada. Pensé en decirle lo que otras veces: que si su salvador tarda tanto en volver…mejor que no lo espere ahora. Pero no lo hice. No quise que mis comentarios pudieran hacer mella en su esperanza ni introducir en su corazón ningún malestar que pudiera intranquilizarlo en estos momentos tan delicados.

Estos cristianos parece que ante la muerte cierran los ojos y se dejan caer a un abismo en el que esperan que su salvador les acoja. Y muchos se angustian.

¡Cristianos¡ El espíritu humano ha retrocedido con ellos, no hay duda. No saben morir y sus sacerdotes administran su muerte y también su vida. Han olvidado la luz profunda de su corazón y sólo sienten lo que les mandan sentir: el Jehová de los judíos mezclado con ese estrafalario profeta.

Cada día me siento más cercano a Heráclito. La realidad, nosotros mismos, somos un proceso, un fluir. No es que la vida nos arrastre es que transcurrimos con ella en su perpetuo devenir. No hay que agarrarse a nada, no hay que coger nada. Somos peces, Zenón. Morimos si intentamos escapar al transcurso y matamos lo que nos empeñamos en sacar de la corriente.

La vida no es la fría corriente de la Estigia ni vivimos para morir como dicen los cristianos; ni esperamos la muerte como una liberación diga lo que diga Isidoro. No. La vida, todo, es transcurso. Su aparente fragilidad es la del sueño. No intentes apresar sus imágenes, no te apegues a nada y menos aun a ti mismo.

La vida es un teatro como asegura el divino Plotino. Un teatro eterno o larguísimo en el que efectuamos nuestra representación. Hagámosla con dignidad, representemos fielmente nuestro papel, la función va a continuar de todos modos. Con la muerte abandonamos nuestra máscara para adquirir otra. ¿No te has cansado, a veces, de ser tu
mismo? ¿No has querido tú también cambiar ya de papel? A eso nos obliga periódicamente la muerte, a eso nos invita.

Ahí radica, me parece, la inmensa sabiduría del teatro, donde la persona y la máscara se intercambian. Somos nuestra representación. No una mentira, una función. Y, seguramente, a fuerza de representar papeles, alguna vez no necesitaremos ya participar en esta inmensa obra y volvamos, definitivamente, a nuestro sagrado origen.

No creo, al contrario que Porfirio, que haya “que escapar a brincos de la amarga ola de esta vida que se apacienta de sangre”. Prefiero al divino Plotino interpretando la vida que a su discípulo de Tiro. Amo la vida, pero no me agarro a ella ¿es que podemos fijar la música? No, simplemente la escuchamos de nuevo. ¿Es que las melodías van a alguna parte? eso respondo a los cristianos cuando ciegamente creen saber a dónde van. No saben nada, porque no han experimentado nada. Sólo creen.

Me preocupa la muerte, sí, pero no la temo. El destino me ha concedido ya bastantes años de vida aunque todos desde que nacemos estamos listos para morir. Quienes se espantan ante la muerte la entienden tan poco como los meros entusiastas de la vida. Otra vez el sabio Heráclito: hay que abrazarlas juntas y saber, haber sentido alguna vez, que la verdadera realidad está detrás, más adentro, en ese sagrado “que se enciende y se apaga conforme a medida”.

Ese sagrado inaccesible a la razón, más allá de ella como tantas veces nos repite Damascio y a la vez lo más interior de nosotros mismos. Eso mismo que aparece en la epopteia al desaparecer el ego. Lo que hay detrás de la ceniza de la máscara, de la persona, una vez que el fuego de la iniciación que es también el de la muerte, la ha consumido. Lo más lejano y a la vez lo más íntimo. Por eso no lo podemos nombrar, no sirve el lenguaje, sólo la experiencia.

Sé que me comprendes muy bien porque fuimos iniciados juntos. Nuestro amigo Hermógenes no quiso y poco después se hizo cristiano. En vez de crecer...se infantilizó. El es un ejemplo de lo que el cristianismo ha supuesto en la vida del espíritu como lo fueron Filipo hace casi 1.000 años y ahora Justino. Dejamos los atenienses de ser ciudadanos con el padre de Alejandro y hemos sido desde entonces súbditos.

Infantiles son en su comportamiento moral. Nunca sabes si al ayudarte -somos su prójimo, sus hermanos- te ayudan a ti... o se ganan el cielo. En el fondo, quieren ser recompensados, ¡qué aberración moral¡ Lo dejó claro Séneca: “El galardón de las buenas obras es haberlas hecho. No hay otro premio digno.” Se parecen, estos infelices, a nuestros caballos de exhibición. Hay que darles siempre su golosina favorita después de efectuar la pirueta.

Además, el cristianismo ha querido clausurar nuestra experiencia interior que de manera tan extraordinaria ha vivido en Eleusis para sustituirla por una fe, una humillación a la razón y una obediencia estúpida. Un salvador histórico del que nada se sabe con certeza, que murió y resucitó y va a volver...a juzgarlo todo. ¡Vaya patraña!. El requisito es creer ciegamente en él para que te salve. Si realmente quiere salvarnos...por mí puede hacerlo ya. ¿Es también el cristianismo una iniciación? solo en apariencia. Sí, reúne muchos materiales que nos son familiares pero sustituye a la experiencia por la fe, a Demeter y Perséfone por un carpintero judío y a la vida interior por los obispos y sus dogmas.


No te lo voy a recordar a ti que lo sabes tan bien como yo. La historia del cristianismo es la historia de la superstición. Uno más de los profetas judíos que predicó para los judíos la próxima venida de lo que llaman el Reino de Dios. Ajusticiado por el poder romano que vio en él un alborotador que quería ser rey y al que condenó a muerte como a un esclavo. No escribe nada, sus seguidores no son letrados sino pescadores. Tras su muerte huyen. Poco después ese grupo de alucinados cree ver al fundador en distintos sitios...extrañamente nunca en público, sólo aparece ante ellos. Ya estamos con la fe. Creen que ha resucitado...enseguida se va al cielo.

Sus seguidores son judíos y siguen en sus sinagogas hasta que otro judío, Pablo, que no conoció al fundador hace de esa secta judía una religión para todos. Podría haber construido una religión más (no tenía ese genio, por supuesto) pero mezcló materiales judíos con nuestras religiones de misterios y creó el germen de lo que será el cristianismo. La única religión que cree poseer la verdad total y que se propuso, por tanto, eliminar todas las demás.

Para salvarnos, primero nos han de culpabilizar, a nosotros y a la vida misma. Ya recordarás a Plotino: “Nuestro afán no consiste en estar libre de pecado, sino en ser Dios”. Los cristianos, Zenón, no saben nada de Dios, de lo divino. Sólo lo que les mandan creer. Restos descompuestos del fanatismo judío, unido a sus extravagancias más originales.

¿No hay nada interesante en los cristianos? Tal vez no pueda decirse eso. Sólo la experiencia de lo divino es digna y, en esa medida, conforme vayan evolucionando, supongo que también tendrán sus mystes. Porque el ser divino del hombre es más profundo que las religiones y más también que la filosofía. Enseguida recubrirán esa luz con sus patrañas pero sólo quienes sepan eliminar esas cáscaras recibirán su alimento. Claro que no hablarán.

Apena ver las disputas, guerras y alborotos, las persecuciones que lanzan contra sus herejes. Arrianos, donatistas, gnósticos, montanistas...¡infelices! ¡qué barbaridades no han cometido ya en nombre de su dios! ¡bárbaros!. Ellos y la verdad. ¡Pero qué saben ellos de la verdad!

Sabemos que nuestra mitología no es verdadera...pero que tampoco es falsa. Ellos, en nombre de una supuesta verdad histórica, de su salvador, eliminan la mitología y la quieren sustituir por su presunta verdad, por lo que se empeñan en reconstruir como acontecimientos históricos. Por eso necesitan de la fe, alimento de fanáticos, insulto a la razón, ahogo del espíritu y de la experiencia.

Desaparecida Eleusis, el alma de Grecia, arrasada por Alarico y los monjes a las órdenes de Teodosio, nos queda y tal vez no por mucho tiempo, la filosofía y la iniciación. En el exterior Damascio y en el interior Eleusis sin santuario, sin procesión...sólo la experiencia, el kykeon, la danza, el viaje y el renacer, el despertar. ¿Te parece poco? No es necesario nada más.

Recuerdo a Crinágoras: “Pon tu pie en suelo ático, para que puedas ver esas noches largas de los ritos sagrados de Demeter, por los que tu mente estará libre mientras estés entre los vivos, y cuando vayas a unirte con los muchos, será mas brillante”. Hay que descender como Perséfone al encuentro de Hades y comer allí. Y reconciliarnos con la muerte. Y después, renacer como la espiga.

¿Te das cuenta de que los cristianos han acabado con la mitología? Sin mitos arruinarán el espíritu. No saben, incultos, que hay experiencias que sólo en lenguaje mitológico se dejan decir. Que Perséfone, Dionisos, Demeter y Hades son las formas transitorias de la vida. Que si se gastan ... serán sustituidas por otras. Pero si se ahogan, el espíritu humano retrocederá.

En vez de esos mitos necesarios para revestir la experiencia, los cristianos inoculan en el corazón la piedra negra de la fe. Insultan la razón, recubren lo más íntimo de la vida –su luz- que anida en nuestro corazón con el saco oscuro de sus monjes, con el barro infecto de las supercherías judías y cristianas. Obligan al alma a tragar esa pócima para que olviden su origen y esperen al salvador. 500 años y no vuelve, Zenón, estoy seguro de que aunque pasasen otros 500 no cambiarán. Su razón está embrutecida. No atienden a la vida sino por el intermedio de su salvador; y lo que es peor, no Mitra ni Adonis sino la demencia de sus obispos y sus monjes.

Perdóname, Zenón, este desahogo que realmente quería contarle a Hermógenes.

Sopla ahora en Atenas un viento delicado del sur. Ese suave Noto que Porfirio considera que es el viento que nos lleva a los inmortales. Que nos retorna al origen. Venimos con el Bóreas, nos vamos con el Noto.

¿Recuerdas a Sócrates, mi perro? Murió hace dos semanas. También soplaba discretamente el Noto y, curiosamente, acababa de regresar de Mileto donde pasé unos días con Ferécides.

Es sorprendente, parece que Sócrates esperó a que yo regresara de mi viaje para morir. Como un amigo que espera a su amigo antes de partir. Me pareció ver en su mirada serena, el alma de la vida transitando también por él y me recordó el mito de Er del divino Platón. ¿No escogió Aquiles reencarnarse en águila?

No caeré yo en el mismo error de los cristianos; mantengamos los mitos sagrados en su lugar. Sin exprimirlos para que hablen a la razón y sin anularlos por la fe de los fanáticos. Creo que el saber sobre la muerte como sobre los fundamentos de la vida sólo se puede expresar mitológicamente. Y sólo por los iniciados.
Así me ha parecido entender la tarea de la filosofía, de nuestra filosofía. Eso es lo que creo que quiso decir Plotino a Porfirio cuando le comentó: “Te has revelado a la vez como poeta, filósofo y hierofante”. Soy partidario de una filosofía de la razón, sí, pero también de un saber que incluya lo irracional, la vida y la muerte. Un saber que necesita inspiración. Como se daba en Delfos.

Que lo sagrado no nos abandone, querido amigo. Saluda a tu mujer.



Diodoro




Atenas, en el tercer día del mes Anesterión. El año segundo del reinado de Justiniano

Ya hace seis meses que no recibo noticias tuyas; y te sigo escribiendo. Supongo que si otro Cirilo hubiese lanzado alguna horda de bárbaros o de cristianos a quemar tu Biblioteca otra vez...ya me hubiese enterado.

Por aquí los problemas no mejoran y la tragedia se avecina. ¿Hay algo peor que quemar la Biblioteca? Sí, clausurarla junto con las escuelas de filosofía y ese parece el propósito del emperador. Es un secreto a voces.

Pero mira, Zenón, ayer escuché al viejo Tiresias, el arpista ciego que oíamos al salir de las clases de Higinio. ¡Amigo mío¡ Ahora se acompaña de una muchacha tracia que canta como las mismas musas. Me he acordado de Cicerón.

Ya ves, cito a Cicerón cuando podía referirme a Demócrito o a Elio....Tengo en cuenta a los romanos, en realidad es una deferencia para contigo que los aprecias más que yo, ahora que no existen. No los considero un apéndice guerrero y administrador añadido al espíritu griego. ¿O sí? , me estoy sonriendo, Zenón. Nos imitaron con cierta dignidad...ya es suficiente.
No te enfades, amigo; sí, recuerdo a Adriano, ¿qué hubiese sido Atenas sin Adriano?, y a Marco. No creo en la casualidad, en el azar. Aunque ¡por los dioses! ¡no puedo explicarlo todo!. Más bien no comprendo casi nada. Pero hay algo más a favor de Roma que nunca te he comentado. Fue el mismo Alarico, el bárbaro cristiano, una especie que ya se ha generalizado, el que arrasó Eleusis y el que saqueó Roma también.

Pues bien, le parecía a Cicerón –ya recordarás- que no escuchábamos el ritmo del universo porque tampoco quienes viven cerca de una catarata oyen el martilleante caer del agua. Ayer, amigo, escuché el ritmo del universo que sabes que también es el ritmo de nuestra alma, venía de la garganta de la muchacha y de las manos aun delicadas de Tiresias.

Mi alma se acompasó a él, mi cuerpo también. Y me sentí parte indestructible de la vida, una nota más de la danza universal. Interpretaron primero el canto 9 de La Odisea, la nekya, mi favorita. En algunas partes, la chica tocaba la flauta...bajar y subir. Descender como Orfeo, como Hércules, bajo el manto de las notas de Tiresias que cantaba solemnemente, hasta el fondo del alma...y subir.

Por eso Jámblico pudo escribir: “...el alma, antes de entregarse al cuerpo, escuchaba la armonía divina; consecuentemente, incluso después de que el alma se encarna, cuantas melodías similares escucha cuales especialmente conservan la huella divina de la armonía, ella las acoge con cariño y a partir de ellas recuerda la armonía divina; hacia ella es arrastrada y se une íntimamente y participa de ella en la medida en que es posible hacerlo.”

¿Recuerdas el fuego en torno al que danzamos en nuestra iniciación? Fue otro momento en el que me sentí igual. Después, interpretaron una canción nueva para mí y seguramente para ti también. Se llama Maya. Me recordó a Plotino, habla de la vida como una representación teatral, –te lo he comentado ya otras veces- , como una sucesión de máscaras...es una canción larga pero Tiresias le imprime un ritmo cadencioso y la muchacha canta y canta. El estribillo es mágico: “Y tu eres el soñador y tu eres el sueño...”

Me siento ridículo hablándote de una canción sólo por la letra...pero soy incapaz de trasladar en palabras mis sentimientos al escuchar esas canciones. Tiresias ha conseguido cantar eso, Zenón, cantar a Plotino. Quizá la canción sea suya, él dice que no, que la aprendió de unos músicos venidos de Oriente. Yo no he visto a esos músicos nunca...y hace años que conozco a Tiresias.

El recital fue más largo; continuó con el himno Vll a Orfeo, el de Proclo.. Estupendo. Tú lo recordarás también. La muchacha lo susurraba en una especie de salmodia mientras Tiresias tejía el armazón musical con el arpa en oleadas mágicas...

A veces creo que hay tres tipos de música. Una es la de las tabernas, la que entretiene y adormece. Otra, mas grave, incomparable con la anterior, expresa noblemente la tristeza, la alegría, el amor. Pero hay, creo, una tercera, esta de Jámblico quizá, que consigue expresar lo inexpresable, que raya con el silencio, con el abismo de la divinidad.

Está anocheciendo, querido Zenón, y ya llevo un rato con las dos velas encendidas cerca del papiro. Anochece en Atenas y se va apagando también el mundo de mi biblioteca...Una biblioteca, ya sabes, maltratada por los inspectores, las hordas cristianas que roban libros...para quemarlos...¡bárbaros! El mundo es suyo, lo reconozco pero...será un mundo oscuro. No sé qué velas lo alumbrarán como alumbran hoy tu carta y mi noche. Me estoy entristeciendo, Zenón, será mejor que lo deje por hoy. Saluda a tu mujer.


Diodoro





Atenas, en el séptimo día del mes de Muniquion. En el año tercero del reinado de Justiniano


Diodoro a Zenón:

En tres días se ejecutará el edicto del emperador, las escuelas de filosofía y la biblioteca de Atenas serán clausuradas. Se acaba el mundo, amigo. Se termina nuestro mundo, o ¿había terminado ya?

¿Terminó cuando Alarico arrasó Roma?, ¿qué era Roma? ¿el poder inmenso y que parecía eterno de un imperio? Al cabo, uno de tantos, muy largo, ciertamente.

Soy griego y sé que culturalmente Roma trasladó algo de nuestra cultura al mundo. Como el ancho mar lleva casi siempre peces. Y, aparte de eso: panem et circenses. Un imperio demasiado grande y finalmente cristiano... murió como muere todo lo humano: a manos del tiempo y de la decadencia.

Tú ya lo sabes, mientras haya seres humanos habrá cultura, habrá civilización; los imperios no me interesan. Cayó Roma pero Constantinopla sigue. El imperio de Justiniano, sus pretensiones, me parecen una caricatura de Roma. Y de la mezcla de bárbaros y romanos, cristianizándose todos, que vive hace ya más de un siglo desde Rávena hasta Hispania...no tengo nada que decir.

Sé, de todos modos, que las escuelas de filosofía han sobrevivido hasta que el emperador –alabado sea- ha querido; los bárbaros no hubiesen tenido tanto miramiento. Prefiero un ciudadano romano de la Galia o más lejos aún, de Hispania, a un general bárbaro, sin duda. Pero no quiero imperios. Pericles me convenció – y Protágoras- de las bondades de la ciudad-estado, de la autonomía del ciudadano, del ágora. Ya lo sé, existen sólo en mi imaginación , en la memoria viva de algunos libros...y existieron aquí hace mil años.

No vivo en mi tiempo; pero, ¿qué es esta biblioteca... al igual que la tuya? Son oasis que aún sobreviven al desierto. Un desierto que va durando siglos. Sí, amigo, Demóstenes o Aristarco me son casi tan familiares como Damascio o Marino. Y mucho más que Justiniano, sus obispos, sus pompas y sus carreras de caballos. En eso debe consistir su grandeza, en cambiar el circo por los caballos.

A veces creo que me he enterrado en vida, feliz entre esta cultura magnífica y desesperado sintiendo el mar avanzar deshaciendo suave e inexorablemente la fortaleza de arenas de mis ilusiones, de esta vida irreal que aún resguardo. Ya no hay aquí más que desierto, Zenón.
Damascio se va con Ammonio, Prisciano y algunos otros a Persia. El rey Cosroes los acoge. ¡Que los dioses nos ayuden! un filósofo griego, el último escoliarca de la Academia de Platón acogido por un bárbaro persa. ¡Si Esquilo pudiese verlo...! ¿Que otros filósofos huyeron de Atenas? Ya lo sé amigo, pero lo que se va con Damascio, lo que sobre todo clausura Justiniano, es la filosofía.

Teodosió cerró el santuario de Eleusis ya hace más de un siglo. Los cristianos habían ganado. Quizá el mundo acabara entonces y esos fanáticos que esperan el final de los tiempos desde la muerte de su fundador, no se enteraron.

¡Los cristianos! El mundo es suyo ya. De sus obispos, de sus jefes, de su fe. Lo han destruido todo, lo sabes. ¡Pero si se han matado entre ellos!, ¿Qué no harán, entonces, con los que llaman paganos, infieles?

La fe –lo hemos discutido mucho, amigo mío- es cosa de bárbaros. Tan ciegos los judíos como ellos. ¡Por los dioses!, ¿qué dios, qué crueldad, exige la ceguera?, ¿no lo han pervertido todo? Lo han transformado, me decías. Pero es más que una transformación.
Después de Teodosio ya nadie sabe qué es la tolerancia religiosa. Acabaron con Delfos y acabaron con Eleusis. ¿Qué nos queda? Suspirar por lo divino y mantenerlo en nuestro corazón.

Destruyeron nuestros templos y con sus mármoles edificaron los suyos. Han profanado las estatuas de nuestros dioses y han querido acallarlos para siempre.

Ya sabes el motivo que da Justiniano –salud a nuestro emperador y a su santa esposa- para cerrar nuestras escuelas: son un foco de paganismo. ¡Esos usurpadores! Tú sabes que lo más interesante de sus ritos, su comunión...está en los misterios de Dionisos, de Isis. Nada que ver con los judíos.

Su fe no les consiente Eleusis; serían libres, no necesitarían salvador, ni intermediarios, ni obispos, ni dogmas: les bastaría la experiencia.

El cristianismo, lo vemos, es feroz. Es una plaga que devora todo lo religioso que le molesta...y le molesta todo. A veces, pocas, lo digiere. Las demás, lo elimina sin contemplaciones.

¡Los cristianos!, sé que tu esposa es cristiana. Pero, mira, he conocido algunos judíos, he hablado con ellos. ¿Que los judíos no son mejores? Seguramente, pero la fe, el fanatismo queda reservado para ellos, para los que se creen el pueblo elegido. Es como una infección que no pudiera salir de un cuerpo determinado. Pero los cristianos han generalizado el miasma, han sacado ese material nocivo contenido en el judaísmo y lo quieren extender, furiosamente, por toda la humanidad.

Sí, ya sé lo que vas a responderme, lo que hemos hablado tantas veces. ¿Dónde están nuestros dioses? Griego es Homero y griego es también Luciano y Protágoras y Platón... y el buen Tales, el que encontraba a los dioses, a lo divino, en muchas partes.

Sí, nuestros dioses se han ido. Ya no son necesarios. Tal vez los cristianos han luchado contra unos rivales ya derrotados por los filósofos...y por el tiempo. Hacían falta dioses nuevos....y nos ha llegado esto. Una plaga para la experiencia de lo divino que no deja crecer nada más que lo suyo. ¡Como nuestra cultura ha dejado perderse la tolerancia!. Ya hace muchos años que ellos son los vencedores....y nosotros los vencidos.

He mandado las mejores copias de Protágoras, Demócrito, Epicuro, de Esquilo a algunos amigos. Quiero que las escondan como yo. Esconde bien las que te he mandado a ti. Quizá estos tiempos pasen pronto. Tal vez nuestros nietos o sus hijos puedan volver a leer con libertad a nuestros filósofos, a nuestros poetas. Pero... ¡qué estoy diciendo!
¿Por qué me aferro a lo imposible? ¿Por qué me niego a ver lo que lleva ya doscientos años sucediendo? es el fin, Zenón. ¿Cómo escapar a sus censores, a sus hogueras? a veces creo que es mejor que me inmole yo con los libros, tal vez sea el más digno final para mí.

No soy materialista –tu lo sabes- mis maestros son Plotino, Plutarco...y Epicuro. Guardo celosamente seis de sus mejores libros. No conozco ya otras copias. No me gusta todo Epicuro, pero los cristianos le odian de modo especial. Tal vez fue eso lo que comenzó a acercarme a él. Habla de la felicidad, del cuerpo, de los deseos mesurados, del goce...y de la piedad.

Epicuro, además, conoció el resorte tremendo que inmoviliza al hombre, que lo esclaviza: el miedo. El miedo a la muerte, el miedo a los dioses aciagos, el miedo al destino infausto. La vida con miedo no es vida, es esclavitud. No estoy de acuerdo con todas las soluciones de Epicuro pero sí con el diagnóstico.

¿Es que los cristianos no tienen miedo? Tienen terror a su dios. Lee al obispo de Hipona. Le temen tanto cuanto más miserables se sienten. Calumnian a lo humano lo que enaltecen a su dios.
Yo no encuentro a Epicuro incompatible con Plotino, el soberano. Me dirás ecléctico y filósofo de ninguna envergadura. Lo sé, lo asumo, sólo soy un bibliotecario.

Me he pasado los últimos 15 años en esta biblioteca leyendo lo que estos bárbaros –y los otros- aún no han hecho desaparecer. Y he escondido muchos libros. ¿Recuerdas la última vez que nos vimos cuando te comenté lo de las inspecciones? Ya no me importa escribirlo. Nada puede empeorar. El viernes esto ya no existirá. Parece ser que lo ocuparán sacerdotes cristianos y lo dedicarán, naturalmente, a impartir su doctrina. No quiero pensar en la suerte de los libros....la misma de nuestro mundo y la mía.

El edicto prohíbe expresamente la enseñanza de la filosofía; cierra todas las escuelas y la biblioteca. ¡Esos malditos! ¿para qué quieren la filosofía? Un invento, al fin y al cabo, de hombres libres. Despojan al ser humano del descubrimiento griego, de la razón. No me digas que exagero; no me digas que los cristianos la usan hace 200 años.

No amigo. Han transformado la razón, ese hermoso corcel blanco y libre que no consiente ataduras, en un viejo y cansado buey uncido obligadamente al carro lleno de extravagancias que los cristianos llaman teología.

No sé si te llegará esta carta; ni si te han llegado las últimas. Parece que estoy redactando un testamento...y no sé quién lo va a recoger.

Pero te diré algo antes de terminar. Vuelvo al imperio por donde comencé. Protágoras me ha enseñado que el mejor gobierno, el único que está a la altura del ciudadano, es la democracia. Otra extravagancia, me dirás. Sí, pero otro invento ateniense también. Piso aún el mismo ágora que pisaron Eurípides y Aspasia. Ya sabes, Prometeo por mandato de Zeus, concedió a los seres humanos, para que no nos matásemos entre nosotros, el sentido de la justicia y el de la convivencia. No se lo dio a uno solo, al emperador, al rey...nos lo dio a todos. Por eso fue posible el largo y magnífico gobierno de Pericles.
Ahora, hace ya doscientos años, resulta extravagante todo lo que los cristianos desean que lo sea: los dioses, la tolerancia religiosa, la razón, el arte, la poesía...incluso la geometría.

Y te diré algo más; ¿no tienen, a veces, visiones los agonizantes? Pues creo, amigo mío, que este mundo oscuro que dejo y que presiento dirigido a la oscuridad sólo renacerá si ha de renacer algún día en lo que hace humanos a los hombres, en la cultura, cuando vuelva a nosotros, cuando vuelva a Atenas.

Diodoro

8 comentarios:

Mao dijo...

Hola Jose Ignacio,
te doy las gracias por escribir cosas tan maravillosas y compartirlas con el resto de los mortales.
Espero que pronto nos deleites con otro de tus ESCRITOS.

Saludos,
MAO

pimpon dijo...

Felicidades por inagurar este BLOGG con estas cartas tan profundas y tan bien escritas.

Me ha recordado, aunque no tiene que ver, cuando los nazis empezaban a acosar a los judios.

Mi más sincera ENHORABUENA!

marco dijo...

Lo leo de refilón porque no tengo internet, pero me ha sorprendido, y es una grata sensación saber que, además de la música , perseguimos muchos intereses espirituales.

Saludos.

José Ignacio dijo...

Hola amigos; me alegra mucho que os haya gustado. La verdad es que estoy muy poco seguro de lo que escribo asi que agradezco mucho vuestros comentarios. Cuando Greg lo colgó comenzé a leer esto de nuevo (lo escribí hace un par de años) y lo dejé enseguida: no podia con los defectos. Hasta el punto de que probablemente publique un librillo en unos meses...y pensé no incluir las cartas. Ahora ya no lo veo tan claro y probablemente las incluya.
Lo dicho, muchas gracias; es un placer escribir para vosotros.
jose ignacio

pimpon dijo...

Gracias a tí por hacernos partícipe de tus escritos, ha sido un honor.

Sinceramente

Pep Sonic dijo...

Da gusto perder unos minutos, horas o días, si fuera el caso, leyéndote. Siento no haber podido decirtelo antes.

Aunque no "comulgo" con Diodoro, le admiro y respeto.

José Ignacio dijo...

Trnaquilo Pep: yo tampoco comulgo...y Diodoro...a saber.
Voy a mandar a Greg una selección de Heron para que la cuelgue. Si quieres te mando a ti la de Robin y le haces una portada....ya me dirás.
Jose Ignacio

Anónimo dijo...

Por que no:)